Día 35
“El que persiste en la justicia alcanzara la vida…” (Proverbios 11:19)
Cuando tus hijos maduran espiritualmente, perseveran en la fe y se dedican a dar y a servir,
la Biblia nos enseña que debemos celebrar, Más que si reciben un premio en un paseo
escolar.
Más que cuando tienen éxito en la escuela o sus trabajos.
Como padres, no podemos menos que estar emocionados y ansiosos por resaltar el carácter
de nuestros hijos con esta clase especial de reconocimiento.
Eres una de las personas más influyentes en la vida de tus hijos.
Ellos querrán agradar a la persona que más los apoye.
¿Has usado tu influencia para llevarlos a honrar a Dios?
Nunca debemos olvidar que al alentar a nuestros hijos a caminar con Dios, les pedimos que
naveguen intencionalmente contra la corriente cultura.
Si nuestros hijos deciden honrar a Dios con sus vidas y seguir lo que les hemos enseñado,
pueden esperar que los malinterpreten y se burlen de ellos.
Por eso, nuestro amor siempre debe afirmar los grandes pasos de valor que den con
fidelidad, bondad y sacrificio personal.
Necesitan poder contar con nosotros como sus mayores animadores.
Precisan padres que les levanten la cabeza y los feliciten por decidir aborrecer lo malo y
aferrarse a lo bueno.
Tenemos que criar hijos que sepan cómo detestar el pecado y amar a Dios, que se den
cuenta cuándo algo está mal y que, con valentía busquen primeramente el reino de Dios y su
justicia.
Ama a tus hijos con todo el corazón, mediante tu consejo paternal y tus deleites personales,
para que aprendan a valorar las bendiciones de la obediencia y la verdad.
Y cuando veas que, con fidelidad, ponen en práctica la Palabra de Dios… ¡regocíjate!, en
voz alta y durante suficiente tiempo como para que su espíritu festeje contigo.
Tu aplauso se unirá al del cielo.
TAREA:
Has una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy.____________
¿Qué atributos observaste en tus hijos?
______________________________________________________________________________
¿Cómo los afirmaste?
______________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________
Que el Señor dirija vuestros corazones hacia el amor de Dios. . . (2 Tesalonicenses 3:5)