Día 4 “El Amor es amable»
“Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo” Efe 4:32
Una de las mayores expresiones de amor genuino es ser amable con los hijos.
Mientras que la paciencia es el amor que minimiza lo negativo, la amabilidad es el amor que inicia lo positivo. La paciencia nos ayuda a evitar los problemas, la amabilidad nos asiste para ser de bendición.
La Biblia afirma: “la misericordia y la verdad nunca se aparten de ti, átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón. Así hallarás favor y buena estimación ante los ojos de Dios y de los hombres” (Prov. 3.3-4)
La amabilidad es amor en acción. Rechaza la pasividad y piensa que hacer. Extiende la mano. Se toma tiempo para escuchar y da los pasos necesarios para ayudar. Nunca busca el camino más fácil o el método más sencillo al participar en la vida de los demás.
En concreto, la amabilidad lleva al servicio: a ver una necesidad y actuar para satisfacerla, a honrar a los demás poniendo sus intereses antes de los propios, incluso en cuestiones menores. En casa y con tus hijos, puedes ser un ejemplo de amabilidad al servirlos sin quejarte, y al señalar con prontitud y celebrar cuando ves que ellos mismos la demuestran.
La amabilidad también trae disposición. Nos inspira a cooperar y a ser más prontos para responder “Sí” en lugar de “No” frente a un pedido. Nos ayuda a ser más receptivos y a buscar la unidad en lugar de encontrar otra razón para plantarnos en nuestra propia opinión. Nos enseña a soltar y dar, en lugar de resistir y retener.
Se sincero: ¿tus hijos te perciben como alguien que demuestra amabilidad en forma consecuente?
¿Eres un ejemplo de amabilidad en tu manera de hablar de los demás cuando no están? ¿Das, compartes y ayudas a los necesitados? ¿Tomas la iniciativa para brindar tu apoyo?
Si creas un entorno de amor y bondad con ternura, les costará menos abrir el corazón contigo, escuchar lo que les digas y las lecciones que les impartas.
La posibilidad de transformarse en un padre o líder eficaz en la edad adulta depende, en gran parte, de poder desarrollar un corazón de siervo durante la juventud, el corazón que deberían ver en ti.
Dales oportunidades de servir durante las comidas y de ocuparse de las necesidades de los otros en el hogar. Cuando estén listos, llévalos a lugares donde su servicio genere un deseo y un corazón para el ministerio. Con el solo motivo de ser amables, visiten un hogar de ancianos o a un vecino necesitado a quien le encantaría recibir una comida casera. Ayúdalos a cortarle el césped da una viuda o a regalar juguetes a un orfanato.
Al demostrar amabilidad y alentar esta cualidad en tus hijos, estás invirtiendo en la clase de corazón que Dios nos llama a cultivar.
Es la bendición de la amabilidad. Y la belleza de cómo se pone en acción el amor verdadero.
Hoy mismo, comunícales a tus hijos que son un tesoro para ti. En tus propias palabras, exprésales: “Eres un regalo invalorable para mí, y doy gracias porque estás en mi vida”. Luego, agradécele a dios por ellos y por la oportunidad que te ha dado de amarlos y valorarlos cada día.
Has una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy.
¿Sueles ver a tus hijos como una carga en la vida o como una bendición de Dios?
¿Qué necesitas cambiar en tu forma de verlos?
¿Qué les dijiste hoy?
…..Aquí me tienen, con los hijos que Dios me ha dado… (Hebreos 2.13)