Conectando la Familia 10

Día 10      “El Amor no es descortés”

. . . con honra, daos preferencia unos a otros. (Romanos 12:10)

Tal vez has tenido que soportar a un niño que grita en el teatro, a un chico odioso y sucio que se niega a bañarse durante el campamento de verano o a un adolescente grosero que pelea con sus padres en una tienda. En estos casos, la falta de respeto puede ser dolorosamente desagradable e incómoda para los presentes. Los buenos modales, por otro lado, tienen el efecto opuesto. Aportan calidez al corazón y paz al ambiente.

Los niños educados hacen que tu experiencia con ellos sea una fragancia encantadora en lugar de un olor fétido. Con sutileza, elevan el nivel de respeto y disfrute del lugar. ¿No es ese el efecto que deseas que tus hijos tengan sobre los demás? ¿Y sobre ti? Al enseñar y ser ejemplo de buenos modales para tus hijos, no solo los tratas a ellos con mayor honra y respeto, sino que también los ayudas a transformarse en bendiciones vivas para los demás.

Los modales, en esencia, son  una manera de expresar  amor y demostrar respeto por el valor intrínseco de los demás, que fueron hechos a imagen de Dios (Gén. 1:27).

Los buenos modales no solo los ayudarán a ti y a tus hijos a bendecir a los demás, sino que, a menudo, les proporcionarán a ellos un «favor y buena voluntad» especiales que los hacen sobresalir entre sus pares. Es lo que la Biblia afirma sobre Daniel, uno de los jóvenes del Antiguo Testamento, que tenía «la capacidad para servir en el palacio del rey» (Dan. 1:4) y hallaba favor ante las autoridades, al punto de obtener beneficios especiales (Dan. 1:8-14). El éxito público en esta área comienza con lo que ejemplificas en la privacidad de tu hogar.

Cuanto más grandes son los hijos, más se acostumbran a usar los modales que tomaron del ejemplo de sus padres.

Los niños van desarrollando modales. Hoy observan tu comportamiento en privado; mañana la transforman en su comportamiento público, y un día, se la transmiten a sus hijos. Tenemos que llegar a un punto en el que la falta de educación sea inaceptable, tanto para nuestros hijos como para nosotros; en el que no haya burla ni se humille a nadie, y nuestro vocabulario jamás sea vulgar, grosero  u  obsceno.  Una  instancia en  la que  no  se  permita  que las  expresiones de  desdén,  el sarcasmo mordaz y poner mala cara se transformen en un patrón normal de conducta.

En cambio, hay que hablar de la importancia de las pequeñas cosas, como darle prioridad a los demás, hablar sin murmurar, caminar con una buena postura y vestirse en forma adecuada para cada situación. Estos hábitos no solo serán útiles para esta época, sino que les servirán a tus hijos para toda la vida. Los buenos modales son una inversión sumamente sabia para su futuro éxito en la amistad, el matrimonio y el mundo.

Porque cuando les indicas qué tenedor usar o cómo saludar a un extraño con una sonrisa, no solo estás apuntalando su conducta, sino que también estás siendo un ejemplo de amor y dándole a las partes más profundas de su carácter la oportunidad diaria de que les muestren a los demás el respeto que merecen. Así aprenden a bendecir al mundo con su presencia, y a ganarse una reputación intachable y duradera.

El desafío de hoy

ORGANIZA UNA NOCHE DE MODALES. HABLEN CON FRANQUEZA DE DISTINTAS MANERAS DE EVITAR CONDUCTAS DESAGRADABLES Y MOSTRAR MAYOR RESPETO. PLANIFICA UNA COMIDA DIVERTIDA CON TU FAMILIA PARA PRACTICAR BUENOS MODALES, Y QUE TODOS TENGAN UNA OPORTUNIDAD DE SERVIR Y SER SERVIDOS. CONSIGUE UN LIBRO SENCILLO DE REGLAS DEL PROTOCOLO Y COMIENCEN A APRENDER COSAS NUEVAS COMO FAMILIA.

Has una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy.                       

¿En qué áreas necesitan ajustar sus modales tú y tus hijos?

¿Qué aprendieron juntos con este ejercicio?

El que ama la pureza de corazón tiene gracia en sus labios, y el rey es su amigo. (Proverbios 22:11)

 

 

 

 

 

 

 

 

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