Día 13 “El Amor disciplina”
. . . debes comprender en tu corazón que el SEÑOR tu Dios te estaba disciplinando así como un hombre disciplina a su hijo. (Deuteronomio 8:5)
Cuando nuestros hijos se comportan mal, no les hacemos un favor si los ignoramos o le restamos importancia a la situación. El amor nos impulsa a disciplinar con sabiduría. Es una de las maneras en que Dios expresa amor por Sus hijos. «Hijo mío, no rechaces la disciplina del SEÑOR [ . . . ] porque el SEÑOR a quien ama reprende, como un padre al hijo en quien se deleita» (Prov. 3:11-12).
Cuanto más amas a tus hijos, menos insensatez y rebelión toleras o ignoras.
Porque, aunque la disciplina es indeseable y desagradable, forma la mente del niño para pensar con sabiduría, y su corazón para someterse con respeto (Prov. 22:15). «Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza; sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, les da después fruto apacible de justicia» (Heb. 12:11).
La Escritura afirma que nuestro Padre celestial «nos disciplina para nuestro bien», para que podamos madurar y parecernos más a Él (Heb. 12:10). Así que, debemos evaluar con sinceridad la condición de nuestro corazón cuando rehusamos corregir a nuestros hijos. Y tenemos que preguntarnos si nos interesa más mantener la paz por el momento que fortalecer su carácter para el resto de sus vidas.
El amor piensa a largo plazo e interviene para decir y hacer lo que hace falta con valentía. Es lo que el amor de Dios hace por nosotros como Sus hijos.
Disciplina incluye dar instrucciones claras y corregir cuando se rompen las reglas. Pero instrucción va más allá y apela a la conciencia, sabiendo que Dios es la Persona suprema a quien tienen que honrar y obedecer.
La Biblia da el ejemplo de Elí, el respetado sacerdote hebreo cuyos dos hijos adquirieron mala fama por sus engaños, robos e inmoralidad. Frustraron a su padre, pero él no los confrontó por sus indiscreciones. Esto no agradó a Dios, quien le preguntó a Elí: «¿Por qué [ . . . ] honras a tus hijos más que a mí . . . ?» (1 Sam. 2:29; 3:13). En lugar de reprenderlos, Elí había puesto su amor ciego por la felicidad presente de sus hijos por encima del llamado divino de formarlos en el temor del Señor. Lo que parecía amor por ellos se había transformado irónicamente en una indiferencia destructiva ante su pecado. Al igual que Elí, cuando no disciplinamos, se pone en tela de juicio nuestro amor a largo plazo.
Sí, es necesario equilibrar la disciplina con paciencia, gracia y misericordia. Siempre debes proteger el corazón de tus hijos y explicarles tus decisiones con amor, claridad y justicia, sabiendo que pueden amargarse si actúas con un enojo descontrolado o si la consecuencia no es adecuada para el delito.
El amor nos lleva a criar hijos con honorabilidad y responsabilidad. Que amen a Dios y caminen en integridad. Que sean de bendición para sus familias y para la sociedad. Y para esto, es necesario el amor de un padre que se atreva a disciplinar.
El desafío de hoy
ORA POR LOS MÉTODOS QUE USAS PARA DISCIPLINAR. ¿SON EFICACES?
¿CORRIGES LA CONDUCTA, PERO APELAS TAMBIÉN A LA CONCIENCIA? DECIDE USAR EN EL FUTURO DISCIPLINA DIRECTA, PERO JUSTA, Y ESFUÉRZATE POR EQUILIBRAR TUS ACCIONES CON EL OBJETIVO DE HONRAR AL SEÑOR.
Has una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy.
¿Qué cambios podrías realizar para asegurarte de reprender a tus hijos con disciplina y amonestación?
Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza luz, y camino de vida las reprensiones de la instrucción. (Proverbios 6:23)