Día 38
“… os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia…” (Hechos 20:32)
Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mejer, y serán una sola
carne” (Génesis 2:24) con cuánta rapidez llegamos a esta etapa como padres… en general,
mucho antes de lo que esperamos.
La sensación normal de tener a los hijos en casa va siendo reemplazada por el sentimiento
conflictivo de observarlos irse del hogar.
El tiempo pasa como una estela. Y los padres deben estar dispuestos a pasar con valentía a
la próxima etapa de sus vidas.
La conciencia de que esta transición se aproxima se cierne sobre nosotros como padres.
Se aproxima constantemente. Está más cerca de lo que nos gustaría admitir o de lo que nos
sentimos preparados para manejar emocionalmente.
La crianza está diseñada precisamente a preparar a nuestros hijos para ese día, cuando dejen
de estar bajo nuestro control, sean responsables de sus vidas por completo como adultos
jóvenes, y extiendan las alas para volar hacia el mundo y el futuro.
Así que, el amor debe hacerle frente a esta tarea y no acobardarse.
El amor se anticipa y nos obliga a escoger lo mejor en cada época, para que nuestros hijos
disfruten de lo mejor de Dios siempre.
El amor nos da el particular honor de invertir en nuestros hijos con una visión de largo
alcance.
Deberíamos dejarles en claro lo que viene por delante y para qué estamos preparándolos.
Tenemos que prometer que estaremos para lo que necesiten mientras prueben su
independencia.
Debemos darles referencias a las cuales apuntar, avisarles que estaremos observando y
alentando, listos para darles incluso más oportunidades a medida que se las ganen.
Y entonces, oramos como si no existiera el mañana, sabiendo que lo que más necesitan es
tener experiencias constantes de confianza con su Padre celestial, que siempre será su
Consejero y su Guía.
Es difícil lanzarlos. Pero es nuestra tarea. Si los preparas bien, tu amor puede impulsarlos
hasta el infinito.
TAREA:
Has una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy.____________
Qué responsabilidades les diste?
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Cómo las recibieron?
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Qué te ayudaría a seguir haciendo esto más seguido?
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Como tú me enviaste al mundo, yo también los he enviado al mundo. (Juan 17:18)