Domingo, 17 de Septiembre de 2017
Proverbios 27-29 | 2 Corintios 10
“Por eso Samuel le dijo al pueblo: «Si ustedes desean volverse al SEÑOR de todo corazón, desháganse de los dioses extranjeros….Dedíquense totalmente a servir solo al SEÑOR…” — 1 Samuel 7:3
Cuando Elí, jefe del sacerdocio de Israel, oyó de la aplastante derrota que Israel había sufrido a manos de los filisteos, y que sus dos hijos, que habían llevado el Arca del Pacto a la batalla, habían muerto y que el Arca había sido capturada, cayó hacia atrás de la silla al lado de la puerta, se rompió el cuello y murió. Su nuera, al oír la noticia, entró en trabajo de parto prematuro y murió, dando a luz un hijo. Sus últimas palabras fueron que el nombre de su hijo sería «Icabod», porque dijo « ¡Se han llevado la gloria de Israel! ¡El arca de Dios ha sido capturada!» (1 Samuel 4:22).
Fue una historia trágica y no tan buena, incluso para los filisteos. Ellos, después de capturar el Arca del Pacto, la pusieron en el templo de su dios, Dagón, pero Dagón cayó al suelo dos veces ante el Arca del Señor; la segunda vez su cabeza y sus brazos se partieron. Entonces, los filisteos trasladaron el arca a diferentes ciudades, pero dondequiera que el Arca llegaba, los moradores del lugar experimentaban un brote de tumores, causando gran devastación, y muerte entre ellos.
Después de que el Arca estuvo siete meses en posesión de los filisteos, ellos decidieron colocarla en una carreta arrastrada por dos vacas que acababan de dar a luz. Ellos mantuvieron los terneros alejados de las vacas, y determinaron que si las vacas volvían a buscar a sus terneros recién nacidos, entonces el sufrimiento filisteo habría sido una coincidencia, pero si las vacas se dirigían hacia territorio israelita, entonces era el Dios de Israel quien estaba detrás de todo el sufrimiento filisteo. Seguidas por los gobernantes filisteos, las vacas tiraron de la carreta en un camino recto hacia la ciudad fronteriza de Israel de Bet Semes.
Dios no sólo devolvió el Arca del Pacto a Su pueblo, sino que les dio la victoria sobre los filisteos en Mizpa, por haberse alejado de los dioses extranjeros y haberse comprometido nuevamente con Él. 1 Samuel 7:10 dice: “Pero aquel día el SEÑOR lanzó grandes truenos contra los filisteos. Esto creó confusión entre ellos y cayeron derrotados ante los israelitas.” Después Samuel tomó una piedra, la colocó entre Mizpa y Sen, y la llamó Ebenezer, «El SEÑOR no ha dejado de ayudarnos» (1 Samuel 7:12). Los filisteos nunca más volvieron a invadir el territorio israelita.
El punto a transmitir en esta historia es que podemos estar llevando una vida de «Icabod» donde «la Gloria de Dios se ha apartado», por haber puesto nuestra dependencia en algo diferente a Dios. G.K. Chesterton dijo de manera celebre: «Cuando las personas dejan de creer en Dios, no creen en nada, y terminan por creer cualquier cosa”. Nadie es independiente. Todos dependemos de algo, y si nuestras vidas están verdaderamente comprometidas con Dios y somos obedientes a Él, en toda situación podremos decir con total seguridad: «Hasta aquí el Señor me ha ayudado».
ORACIÓN: Amado Señor Jesús, Tú eres mi roca. Ayúdame a depender siempre de Ti y a mantenerme alejado de cualquier cosa que intente reemplazarte. Gracias Señor.
PARA REFLEXIONAR: ¿Puedo decir: «Hasta ahora el Señor me ha ayudado»? ¿Podría dar un ejemplo de cómo el Señor me ha ayudado?